al abrigo del frío y de lo seco,
tres huéspedes con un señor reseco
vivieron un acúmulo famoso
para dirimir suceso escabroso
de resonancia y de tumultuoso eco:
el del Averno con su adusto fleco,
el cálido señor del cielo y ansioso
siempre en su deseo, el portador de ira
en sus cabellos y en sus carnes rojas,
y el que con su lengua fría delira
el tiempo y recrudece las congojas.
¡Oh mundo sublunar, templa tu lira
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